El Convento de las Carmelitas Descalzas de Lucena no podía celebrar mejor sus 400 años de historia que recibiendo la llamada del Papa Francisco. Ocurrió el pasado 31 de diciembre. La mañana del martes el pontífice telefoneó personalmente a las cinco hermanas pero no pudo contactar con ellas... y les dejó un mensaje en el contestador.
Sor Adriana, priora del convento, ha asegurado en La Mañana de COPE que «estábamos con el rezo de sexta, eran las 11.45 horas. Cuando pude acercarme al contestador literalmente "me quería morir". Nuestra amistad es de hace quince años pero jamás pensamos que el Papa se iba a acordar de nosotras».
Fueron horas de incertidumbre, de espera y de pensar ¿y ahora qué? ¿qué hacemos? «Llamé al obispo, al vicario, comenté lo que había pasado. A través del Nuncio me facilitaron un teléfono pero no pude contactar con él. Yo pensaba que el Papa estaría ocupadísimo».
Pero la espera mereció la pena: a las 19.15 el teléfono volvió a sonar. «Le pedí permiso para hablar con el manos libres para que escucháramos todas. Nos trasladó el mensaje de que no nos dejáramos robar la esperanza porque la tristeza lleva a la pereza espiritual, a la desesperanza. Recordó su encíclica en la que asegura que el alimento más sustancioso del demonio es la tristeza del hombre».
Sor Adriana ha destacado además «la sencillez y la cercanía» del pontífice. «El ir a buscar a las 99 ovejas que se han ido, el movilizar a la gente por interesarnos por el hermano».
¿Y qué pretendía el Papa Francisco con este mensaje? «Que todo el que se relacionase con este monasterio le hiciésemos llegar su saludo cordial y bendición».
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