La Virgen de la Soledad de Cazalla se presenta en su altar para el mes de los difuntos. Completamente de negro, luce la antigua corona de salida, medialuna a sus pies y la ráfaga plateada que porta cada Domingo de Resurrección. Sobre el rostrillo, de tul blanco, luce un gran corazón signo de los siete dolores de la Virgen y con profusa pedrería. Estrena las flores del talco que luce a ambos lados.
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